Aliyana
La gente no me pregunta cuándo me volví así. Nadie puede decirme que entiende completamente por qué soy como soy.
Nunca he sido normal.
No nací en el mundo en el que la mayoría de ustedes nacen. Mi mundo no es como su norma. Vivo en el mundo del que sus padres les advierten. El que tiene al coco y no tiene final feliz. Es el lugar donde los sueños son para los que duermen. Y las pesadillas, una realidad para los que viven.
La magia en mi mundo solo es para los villanos más poderosos.
Llamamos a nuestro mundo, El Quinto Estado, pero muchos de ustedes lo conocen como el Inframundo.
Mi vida siempre ha estado entre los que nacieron con una diana en la espalda.
Una tumba temprana.
Nací para ser enemiga del estado, culpable como los pecados de mi padre.
Nuestra vida, atada únicamente a nuestro apellido y a lo rápido que uno puede apretar el gatillo y deshacerse del cuerpo.
Mi vida siempre será así.
No hay salida.
La muerte es inevitable.
O eres el que tiene el arma en la mano o eres alguien que se mea en los pantalones, la elección es tuya.
La vida es algo que aprendí a vivir como si fuera mi último día. Hoy podría ser ese, mi último día.
La posibilidad de una tumba temprana se me ha inculcado desde el día en que abrí mis ojos que no ven.
Nací y crecí sabiendo que mi padre llevaba una pistola en el bolsillo derecho.
El anillo en el dedo índice de mi padre - un símbolo de que es parte de una familia peligrosa, The Catelli Famiglia.
Nadie se metía con nuestra familia o con los nuestros y vivía para contarlo.
Nací sabiendo que algún día me casaría con un Hecho-Hombre.
Y tal vez nací para tener suerte por no tener que casarme por poder o por alguna de las otras razones jodidas por las que nuestros padres elegían a nuestros cónyuges. Pero nací para ser la esposa de un criminal.
El alcance de sus crímenes aún está por verse.
Nosotras - las mujeres de la Famiglia estamos preparadas para ser esposas de Hombres-Hechos, para hacer la vista gorda cuando nuestros esposos tienen amantes porque esa es su forma de protegernos.
Nos criaron sabiendo que en el juego de la guerra y el poder, somos peones en un sangriento tablero de ajedrez.
No puedo decir que nunca he querido esta vida. Será un pensamiento inútil, ya que solo he conocido esta forma, y moriré solo conociéndola también.
No nacemos en la Mafia para crecer e irnos. Eso solo sucede en películas y libros. Incluso esos, los finales felices no son tan felices.
¡Afrontemos los hechos! ¿Vamos a ser felices alejándonos de lo que somos?
¿Vamos a ser felices viviendo una vida sencilla, confiando en un montón de putos policías para que solucionen nuestros problemas cuando nos encontremos con ellos? No, seríamos infelices.
Mi abuelo, un Capo de Roma, le dijo a mi hermano, es más fácil deshacerse de un hombre y esconder el cuerpo que denunciar un delito y esperar a la policía.
Es una respuesta jodida a la vida, pero lamentablemente es verdad.
Mucha gente nos mira con horror. Los susurros de lo malas que son las vidas que vivimos, flotando como una manta gruesa, rodeándonos a los ojos del público. Nuestros hombres son acusados de crímenes que no cometieron porque no hay evidencia sobre los que sí cometieron.
Los tabloides que masacran los nombres de nuestras familias nos pintan como monstruos.
La vida que llamamos normal, la única que viviremos, se mira con disgusto, envidia y terror.
Te lo diré ahora, no es tan malo.
Es como no caer nunca presa de un hombre guapo.
¿Cómo sabría uno el dolor de un corazón roto si nunca ha probado la dicha de la fruta prohibida?
Vivimos nuestras vidas sin pensar en cómo vamos a pagar nuestras facturas. Tomamos lo que queremos. Es la única forma que conocemos.
Nuestros hombres corren el riesgo, y nosotras, las mujeres, vivimos de los beneficios.
Ahora, mientras mucha gente escuchó las reglas de la Mafia, las costumbres de la Famiglia, yo vivo en ella.
Aquí, ahora, confieso mis pecados y te cuento la forma de la Mafia.
Voy a contarte las costumbres de nuestro mundo sin endulzarlo.
Me llamo Aliyana Capello, hija del Consigliere Sartini Capello y, esta es mi confesión.